¡Hola! Retomando el blog... desde lo más pequeño.
Cuando pensamos en nuestra práctica de yoga, como una actividad que nos ayuda a estirar o fortalecer el cuerpo, esa rutina que nos relaja o nos entretiene profundamente, quizá no pensamos en cómo nos beneficia a niveles muy profundos y minúsculos... Tan minúsculos como las células.
Wikipedia dice que las células son microscópicas, que no se pueden ver a simple vista. Bueno, pues sí, eso lo sabemos. Ahora, el ejemplo que nos ponen lo deja más visual, al menos para mi: un milímetro cúbico de sangre, por ejemplo, puede contener unos cinco millones de células. ¡Ajá! Si pensamos que a quienes usamos lentes o ya de cierta edad nos cuesta ver los centímetros… Ejem… Nos damos una buena idea de lo pequeñas que son las células y este micro mundo que me hizo recordar la peli de Horton y el Mundo de los Quien.
Retomo la idea y pregunto, ¿alguna vez has pensado en cómo la práctica de yoga beneficia directamente a tus células? En cómo esos perros hacia abajo, planchas y posturas de relajación final tocan a esas unidades microscópicas donde se fundamenta nuestra vida. Vamos, que quizá la última vez que hablaste de ellas fue en la escuela o por motivo de algún examen médico. Sin embargo, las células están súper presentes en nuestro día a día, aunque no pensemos en ellas.
En el curso de Yoga y Fisiología que estoy tomando está la profesora Alexandra Seidenstein. Además de enseñar y practicar yoga por más de 15 años, ella enseña en la New York University Tandon School of Engineering cursos de genética, biología molecular y biología de las células. En la última lección relató datitos celulares interesantes: tenemos unos 30 millones de células en el organismo; sin contar las bacterias, que son otros tantos millones. Y que esas células, que forman todos nuestros tejidos, órganos, sistemas, y etc. etc., también deben poder hacer 7 cosas básicas para que podamos existir:
1. Mantener la homeostasis o un estado estable.
2. Reaccionar al ambiente (si hace calor, sudamos)
3. Crecer
4. Llevar cierto material genético
5. Mantener un metabolismo (producir energía o descomponer nutrientes)
6. Adaptarse
7. Evolucionar
Todo ese trabajo lo hacen todas las células de tu cuerpo a diarios. Aclaró la profe que algunas células lo hacen durante toda nuestra vida, porque no se regeneran, como las cardiacas (por eso queremos darles muy buen cuidado). Otras como las de la piel nos muestran la maravilla de trabajo que se silenciosamente en nuestro organismo cada día: Se estima que perdemos unas 9 libras de estas células cada año y que cada noche el cuerpo fabrica unos 22 billones. Las células de los pulmones saludables se regeneran cada ocho días y las del estómago de cada dos a nueve días. Cambiamos y nos renovamos constantemente gracias a ese gran trabajo en un micro mundo que no podemos ni ver... Y en ocasiones, ni sentir.
Es enorme el trabajo que hacen las células, ¿no? Ahora bien, hay factores que las hacen trabajar aún más. Sí, es el estrés. ¿Las células sienten el estrés? ¡Definitivamente! Con los azares de la vida cotidiana e impacto del medio ambiente en que vivimos, estas células tienen que hacer "magia" para cumplir con sus labores. Su respuesta es trabajar más, cosa que no siempre beneficia (repito, trabajar más no siembre beneficia) pues el equilibrio se pierde. Entonces, tenemos el cortisol aumentado, un sistema inmune que no funciona bien, menor absorción de nutrientes, cansancio, falta de concentración, estamos irritables...
Es allí donde radica el gran valor de tu práctica diaria o constante de yoga, pranayama y meditación. Al practicar cada una de ellas disminuyes el impacto del estrés en tus células, aumentas su capacidad de captar oxigeno y ayudes a que mejore la conectividad intracelular. Todo lo que hacemos con estas prácticas nos regresa al balance, a la homeostasis. Y eso es algo que tus células agradecen profundamente.
¡Hasta pronto!
Sis
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