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Foto del escritorSonia Short

Trampas de la mente

Conocí sobre estas trampas leyendo el libro Mindfulness para Reducir el Estrés. Esas palabras captaron mi atención de inmediato:


¿¡Trampas de la mente!?


¿Cómo que la mente nos hace trampa?


¿Qué quiere decir esto en realidad?



La curiosidad (y un poquito de ansiedad) se apoderaron de mí. Si me has leído un par de veces sabes que me gusta buscar el significado de las palabras y que me pongo friki con eso. Así que para aclarar, me fui a buscar la definición de la palabra en cuestión.


¿Qué es una trampa?

Dice Wikipedia (¿Quién más?) que una trampa es “un dispositivo o una táctica prevista para dañar, capturar, detectar, o incomodar a un intruso."


¡OMG! ¿Mi cerebro realmente quiere dañarme, capturarme o incomodarme?

No literalmente. Pero, una trampa mental nos puede hacer sentir algo atrapados o enredados. Son esos rompecabezas mentales en los que caemos redonditos. Desde la mirada del Mindfulness son formas de pensar habituales que nos provocan más estrés e intensifican nuestro sufrimiento.


¿Por qué caemos en ellas? Por hábito. Pienso que también creemos que esas formas de pensar nos protegen o nos ayudan a evitar riesgos. Sucede que la trampa mental nos mete en un loop de pensamientos distorsionados y sin evidencias que nos llenan de malestar e incomodidad.


Hay variedad…

Esto de las trampas mentales es como ir a una heladería italiana: hay variedad de sabores para elegir y todos se ven ricos… ¡Ja! Yo tengo mis trampas mentales favoritas en las que, observándome, he notado que caigo más a menudo.


Con un poco de humor, me animo a compartir tres de ellas en esta nota, desde mi experiencia. Más adelante espero hacer una segunda parte donde te comparta unas tres trampitas más.


Aquí van entones tres de mis trampas mentales favoritas (y que quizá compartimos):


Trampa favorita No 1: Sobre generalización.

A esta también le llaman “los absolutos”: siempre, nunca, todo nada. Tomamos como referencia lo que ocurrió una vez, por supuesto negativo, y lo generalizamos a todo evento similar, sin tener prueba de que ese nuevo evento sea como el anterior.


Yo creo que esta “técnica” la aprendí de niña para manejar momentos frustrantes. Y lo hacía con doble absoluto: ¡Nunca nadie hace lo que le pido! ¡Siempre todos se olvidan de mis cosas!

Ahora, ¿es esto cierto? ¿Qué evidencias había de que nunca nadie y siempre todos? Yo daba este ejemplo en una clase de yoga y las personas asistentes empezaron a reírse. ¡No tenemos pruebas de que sea así! Y cuando reflexionamos, entendemos lo exagerado de la aseveración.


Sugerencia: Al menos, entremos en porcentajes para estar más aproximados. Ejemplo: el 39 % de las veces Fulanito o Fulanita de tal no hace lo que le pido. Bueno, al menos tienes un 61 % por ciento a favor en donde Fulanito o Fulanita sí hace lo que pediste.


Trampa favorita No 2: Leer la mente

Con esta casi nos convertimos en adivinos o nos creemos muy malos. Ejemplo clásico: Entras a tu lugar de trabajo, das los buenos días y esta compañera o compañero no te los devuelve. A veces susurra algo inaudible. El hecho es que no da los buenos días. ¿Qué piensas? “Está enojada conmigo”. “Le he caído mal siempre (ver Trampa No1, Sobre generalización) “No sé qué le hice que me odia”… Etc.


Estamos seguros de que sabemos lo que el otro piensa o siente. Y nos cargamos con ansiedad, enojo o tristeza. Nuevamente, no hay pruebas de nada. Estas interpretaciones pueden ser erróneas. A menos que reunamos valor y preguntemos, para salir de dudas… Y entonces es posible que descubramos que la pobre persona sufre de una terrible halitosis y por eso en las mañanas mantienen su boca bien cerradita.


Trampa favorita No 3: Perfeccionismo.

Este es mi sabor favorito. Sí, aquí caigo una y otra vez. El perfeccionismo es que es el método perfecto para incrementar el estrés. ¡Jamás se puede bajar la guardia! Nada ni nadie se puede equivocar (ver nuevamente Trampa Favorita No.1). Esto es agotador para todo nuestro ser.


La práctica de meditación y el grounding me has ayudado con esta trampa. Me doy cuenta con mayor frecuencia cuando estoy por caer en ella y logro hablarme con más cariño frente a mis patrones perfeccionistas. Confieso que es un work in progress, más de eso se trata el camino del desarrollo personal.

Esa observación, ese darse cuenta con gentileza, son las claves. Con la práctica se gana experticia en detectar la trampa. A veces hasta me río de mi misma o he logrado reunir el valor para disculparme si, al estar metida en una trampa de la mente, he sido grosera con otra persona.


Oh sí, nuestra mente es compleja. Sin embargo, mientras más la conozcamos mejor podremos desenredar sus acertijos y ganar mucha más estabilidad en el manejo de nuestra vida.


¡Hasta la próxima!


Sis



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